La peste que te delata

By Vida Cristiana

Una cruel mañana de invierno en Argentina; el sector trasero de la clase de un instituto bíblico olía a estiércol y desagüe. Había comenzado a sentir la peste durante el primer periodo de clases pero traté de ignorarlo sin buscarle explicación; llegado el primer descanso uno de mis amigos confirmó con un olfateo exagerado que evidentemente, nuestro sector olía muy mal. Buscamos razones y su procedencia exacta por unos segundos, hasta que mi amigo se acercó a mi brazo olfateando y dijo: “¡Eres tú!”, halando con sus dedos cual pinzas el abrigo que estaba estrenando esa mañana. Me ofendí y lo negué al instante, pero tras respirar profundo con el abrigo pegado a mi nariz lo comprobé: yo portaba la peste. Salí de la clase de inmediato y corrí a mi dormitorio a deshacerme de esa ropa y darme un baño.

Es que las cosas suceden así, todos somos buenos para notar la peste y hablar de ella, pero cuando se descubre que eres tú quien la trae impregnada te ofendes y lo niegas rotundamente. Todos hablamos siempre del olor a falsedad que muchos cristianos despiden pero puede ser que no reparemos en que nosotros también portamos la peste, la hediondez a hipocresía; y la hipocresía para el cristiano es simular olor agradable al Señor con un interior podrido, fingir vida ante los demás mientras escondo la muerte que me ha dominado, esconder las cosas que huelen mal; pero el olor siempre termina emanando. Las siguientes son características de una vida cristiana que apesta a falsedad, fíjate bien, no vayas a ser tú:

Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.

Marcos 10:17-18

Lenguaje espiritual

¿Conoces al joven rico de la historia, no?, termina triste porque no quiere deshacerse de sus cosas para seguir a Jesús. Marcos nos muestra el corazón del muchacho en pocos versículos (17-22) y sabemos que su interés por las cosas de Dios no es genuino, la conversación con el Señor y su actitud final lo evidencian.

Sin embargo, a pesar de tener esa clase de corazón (del que hablo más abajo), una cosa no le faltaba: lenguaje espiritual. Le dice Maestro Bueno a Jesús y su inquietud es en cuanto a la vida eterna. Sabemos que la pregunta del Señor saca a luz que el lenguaje no lo había engañado. Este joven expresaba palabras que lo harían espiritual al público pero mentiroso ante Dios.

Las palabras bíblicas, espirituales o teológicas salen con mal aliento cuando vienen de un corazón que no agrada a Dios. Puedes hablar los términos correctos, usar las oraciones indicadas y mostrar el mejor interés espiritual frente a las personas; pero si no tiene raíz en una comunión auténtica con el Señor no sirve de nada.

Buscas “revelaciones fantásticas”

Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

19-20

¿Notas la desilusión del muchacho?, Jesús le ha respondido la pregunta, le da la información que quería saber; pero no es lo que él quería escuchar, la respuesta no es suficiente, tampoco motivo de felicidad, él quería algo fantástico, no los simples mandamientos ordinarios que ya conocía desde pequeño.

El deseo de recibir revelaciones fantásticas para crecer espiritualmente y solo entonces sentirte más cerca de Dios, hace que tu vida cristiana apeste. No te interesan las monotonas y rutinarias prácticas que su palabra te manda cuando lees la biblia (y por eso ya no la abres), prefieres lo magnifico, lo grandioso que nunca sucederá; quieres crecer espiritualmente esperando que Dios se manifieste con revelaciones que estén al nivel de las que le fueron mostradas a Pablo, pero que no te mencionen versículos de santidad, servicio y renuncia porque te espantas y ofendes. Esto es más de lo mismo un exterior que evidencia lo que hay por dentro. Y ya que no existen las revelaciones fuera de la biblia entonces tampoco tal vida cristiana.

Presumes tus “obras bíblicas”

“todo esto lo he guardado desde mi juventud”, es tan simple que ya es rutina, ya sabes las órdenes de Dios al derecho y al revés, por eso la desilusión; ya las has hecho (en tu opinión) y necesitas algo innovador, casi como diciendo: “Señor, ¿no tienes algo más?, resulta que todo eso ya lo he hecho y ya no es para mi rango, ya no necesito escucharlo, ya lo sé”.

Prefieres las posesiones y las posiciones:

“Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. “

21-22

El joven de la historia era rico y además un principal (ver Lucas 18:18), tener tal posición a tan corta edad era digno de admiración, por eso renunciar a la reputación y a lo que había conseguido (tangible e intangible) era tan duro, un precio muy alto que pagar para tomar la cruz y seguir a Cristo.

No quieres dejar de ver lo terrenal para ver lo celestial porque te da tristeza; porque vives en una época en donde el celular más reciente y más caro te da status, te has esforzado por conseguir esas cosas y promueves tu posición en todas partes: estados de whatsapp, instagram, facebook y uno que otro “pensamiento profundo” en Twitter, todos los perfiles públicos llenos de logros para que los demás se enteren, gritas al mundo lo que tienes y has alcanzado; esto demuestra en realidad que lo que te da significado no es Jesús sino las posiciones y posesiones. Te expones como vivo para el mundo, pero estás muerto para Dios. Pero por si las dudas, pones un poco de esfuerzo para que no se te deje de identificar como seguidor de Jesús, sin tomar en cuenta que no puedes tomar tu cruz sin deshacerte de lo que te aleja de ella.

Hace unas semanas coloqué veneno para rata debajo de los muebles de mi casa, hace unos días un olor a descompuesto se acercaba a mi nariz por momentos; moví todos los muebles pero no encontré nada. Pasaron unos días y el olor aparecía y se iba; hace unas horas mi esposa sintió lo descompuesto con más intensidad en la sala, le di vuelta a un sofá y descubrí un agujero, lo hice más grande y descubrí a la rata muerta. Se había escondido en uno de mis sofás para morir, pero la peste la delató… mi punto es: la propia peste a pudrición interna termina delatando donde te has escondido para morir (y no te estoy diciendo rata), así que está de más que te ocultes detrás de palabras espirituales, la espera de revelaciones fantásticas, buenas obras, posiciones y posiciones. Tarde y temprano, la peste la traes hasta que tu la expones o te descubren.

(Por cierto con respecto a mi anécdota del principio, para los curiosos: mi abrigo apestaba así porque la tarde anterior, sin que yo lo supiera, mi compañero de cuarto tuvo la torpe gentileza de tomar prestado mi abrigo para cubrirse del frío mientras se metía a arreglar una fosa séptica en su área de trabajo, ¡me contaminó con su imprudencia!; eso da para otro tema, pero quizá en otra ocasión.)

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Last modified: August 12, 2021

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