
Uno de los primeros recuerdos de “Santidad” que tengo de niño es de una visita en casa, conocida de mis papas, y por supuesto cristiana; entre conversaciones le pidió un vaso de agua a mi mamá y ella se lo dio, justo después del primer sorbo dijo de manera elocuente y con actitudes poéticas (no miento), casi teatrales: “Bendita agua que Dios nos ha dado desde el cielo”...