No soy experto en café pero mi lengua ya es exigente para tomarlo; por eso cada vez que alguien llega a mi casa trato de darle la mejor taza que pueda probar durante el día: muelo la cantidad de granos que necesito justo en el instante para que el sabor sea especial, regulo la temperatura del agua, espero el tiempo necesario para servirlo y entonces entrego lo que a mi parecer es una taza con...
Café espiritual y sin azúcar, por favor.
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