¿Quién es?

“Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Lucas 9:31-32)

“Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías”  (Mt.17:4)

Tendrías que ser judío para entender el impacto de la escena que Pedro y los otros dos discípulos estaban presenciando; los dos hombres que aparecieron rodeados de gloria eran, Moises: el libertador y dador de la ley al pueblo de Israel; y Elías: un profeta admirado por el pueblo por tener en su historial proezas hechas con el poder del Señor, uno de los mas grandes, esperando muchos su regreso. ¡Ah! y por si no lo habías notado Jesús está por ahí también.

El tema de la conversación entre ellos y Jesús era su misión en Jerusalén, no aparecieron para ser admirados por los discípulos, sino para hablar de Jesús, el personaje importante. La admiración e impacto de personas tan resaltantes podía desviar el corazón de un simple mortal como Pedro, por “fortuna” una nube los cubrió y una voz les recordó: “Éste es mi Hijo amado; a él oíd.” (Lc. 9:35), no había otro libertador, cumplidor de la ley, profeta o hacedor de portentos mas grande que su Hijo, él era quien tenía que ser escuchado por los discípulos y el pueblo. Un momento después que la voz terminó sus palabras Moisés y Elías se habían ido. Jesús era el único en la escena.

A veces el cristiano se impacta y admira con grandes hombres que Dios usa o ha usado; tanto que se vuelven seguidores y defensores de ellos antes que de Jesús; olvidamos que lo único que esos grandes hombres deseaban era dirigirnos, enseñarnos y hacernos crecer en Cristo, no en ellos.

Constantemente necesitamos escuchar de nuevo las palabras de Dios, recordándonos: “Éste es mi hijo amado; a él oíd.”

Last modified: August 12, 2021