¡Yo no Declaro! (Parte I)

By Lo Ilógico

Yo no declaro:

1. Porque aunque muchos defiendan esta “tendencia” con el pasaje donde Jesús le dijo a Pedro que todo lo que atare en la tierra sería atado en el cielo y viceversa (Mateo 16:19), no veo a Pedro utilizando este “poder” en ningún momento en sus apariciones por los evangelios; no lo veo declarando paz y alegría sobre su vida después de haber negado a Jesús, necesitó una restauración del mismo Señor (Juan 21:15-17).

No lo veo declarando tiempos de tranquilidad sobre la primera etapa de la iglesia (Hechos 8:1).

No lo veo declarando tiempos de prosperidad sobre su vida material, porque sabía que lo que tenía era mejor que lo que no tenía:  “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” (Hechos 3:6).

No lo veo decretando que toda oposición a la predicación del evangelio desaparecería solo porque así las cosas serían mas fáciles. No lo veo reprendiendo que no será llevado a prisión junto con Juan por predicar el verdadero evangelio, lo veo orando para no acobardarse (Hechos 4:1-3, 5-7, 29).

“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” (Hechos 4:29)

2. Porque Pablo, un seguidor de Cristo mucho mas espiritual que yo,  no declaró que ese aguijón de la carne se iría en el nombre de Jesús, sino que oró y oró y el Señor le respondió que se bastara de su gracia (2. Cor. 12:7-9) entendió que algunas veces la voluntad de Dios para el cristiano es el sufrimiento para que podamos depender de Él (v.10); que Cristo mismo había sufrido y que esto lo acercaba mas a parecerse  a su salvador y le daba un beneficio mayor al que un decreto o una declaración le daría: Conocer mas a Dios y su voluntad.

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2.Cor. 12:9)

3. Porque no quiero disfrazar de espiritual una actitud rebelde y soberbia que no dice: “Si el Señor quiere” (Stgo. 4:15) sino que grita: “No es lo que el Señor dice en el cielo, sino lo que yo digo en la tierra lo que sucederá” (leer Mateo 6:10), ni aún Jesús mismo lo hizo:

“Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.” (Mateo 26:42)

Dos cosas son claras en este punto: 1. Me rebelo ante un principio bíblico, y esto obviamente es desobedecer la palabra de Dios, y 2. Me convierto en un ingenuo pensando que la soberanía de Dios y su voluntad para mi vida se pueden cambiar tan fácil como recitar una especie de “hechizo cristiano” que empieza con “Yo declaro”, “hechizo” totalmente ineficaz por cierto.

4. Porque algunas cosas que suceden en mi vida no son necesariamente ataques del enemigo sino consecuencias de apartarme de Dios y del pecado no confesado. No hace falta declarar ni decretar lo contrario para cambiarlo, lo único necesario es la confesión al Señor y Él cambia nuestro estado espiritual (1.Juan 1:9), aunque, dicho sea de paso, muchas veces aún con el perdón de Dios, las consecuencias permanecen, el pecado fue decisión mía y en las consecuencias sería muy cobarde declarar que seré libre de ellas. Olvidarse de Dios siempre paga mal. (vea lo que Dios le dice al pueblo en Hageo capítulo 1)

5. Porque no puedo dejar que otros me convenzan en predicaciones irresponsables que puedo jugar a ser Dios ordenando que mi voluntad sea hecha, tal como una persona en la biblia, que sí, decretó una buena dosis de prosperidad para su vida, aunque debo decir a su favor que esta orden por lo menos fue real y legal, pero no por eso correcta a los ojos de Dios, pues aún cuando el decreto se hizo realidad este hombre terminó convertido en algo semejante a una bestia sin entendimiento. Se llamaba Nabucodonozor. (leer Daniel 3 y 4)

6. Porque no puedo hacer que encaje  mi cabeza de que mi fe al declarar y decretar es mas grande que aquellos hombres en Hebreos 11 que:

“experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido…” 36-39

Ellos no declararon, les fue prometido por Dios y aún con eso no lo vieron en vida.

La única manera de intentar que lo que declaro funcione (por cierto, nada garantizado) es tener una fe mas admirable que la de los hombres mencionados, ¡quien sabe!, a lo mejor exista en el futuro una mejor galería de los héroes de la fe que si recibimos lo que queríamos solo por declararlo y sin tener promesa de Dios. (sarcasmo incluido).

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Last modified: August 13, 2021

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