Vive el momento

By Ensayos, Vida Cristiana

Fui extranjero en un instituto bíblico con más de setecientos alumnos de toda Latinoamérica y Europa; no puedo contar las veces que mis iguales hablaban de sus países y costumbres con inspiración cual navegante bajo las estrellas. También algunas veces las charlas sufrían una ridícula metamorfosis para criticar al país anfitrión y exponer una sarta de razones sobrevaloradas de porqué cada país de origen era mejor que el suelo que pisábamos. Físicamente éramos extranjeros pero con el corazón y la mente vivíamos en otro lugar y en otro momento; con otros deseos, “mejores vidas” y cosas de “más valor”, y ya que por todos es conocido que no somos omnipresentes, quiere decir que de algo nos habremos perdido mientras volábamos montados en nuestros anhelos.

Pero esto de no valorar el lugar o tiempo que atravesamos ya es una costumbre muy vieja, y para nuestra sorpresa sucede en el plano espiritual; siempre viviendo con nuestra mente en otro lugar y tiempo de donde el Señor quiere que estemos; aquí hay unos ejemplos antiguos:

“Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua. Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban como matarle; porque temían al pueblo” (Lucas 22:1-2)

Nadie se atreve a tener malos deseos hacía las personas en vísperas navideñas (y en realidad no deberíamos tenerlos en ninguna víspera) porque la misma época nos regaña cuando comenzamos a rondar las malas intenciones, queremos atesorar y hacer único cada momento de la fiesta; nadie se pensaría estar haciendo lo mismo que los principales sacerdotes y los escribas en la fiesta judía de la pascua; que no les importaba que fuese un tiempo de meditación y reflexión para recordar como Dios los había sacado de Egipto y alabarlo por ello, en su calendario personal, era un tiempo para matar a Jesús. ¿Te puedes imaginar la cantidad de bendición y crecimiento espiritual que se estaban perdiendo?, solo por no vivir el momento de la manera que Dios mandaba. ¿Y que hay de Judas?, pues… “entró Satanás en Judas” (v.3), algo demasiado grosero en la época de la pascua. Si sigues leyendo te darás cuenta que no se alegraron por recordar su liberación de Egipto sino porque al fin podrían capturar a Jesús (3-5)

Pero ellos no fueron los únicos que no supieron ubicarse en el momento que estaban viviendo, además, tal vez pienses que no son el mejor ejemplo porque ellos son los villanos de la película de Jesús y que solo se estaba cumpliendo la profecía, por eso veamos a los buenos de la historia.

“Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!” (Lucas 22:15), esto nos muestra el momento que el Señor esta marcando; uno especial, trascendente, ¡único!

Mira también una de las razones por las que este momento era tan especial:

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” (19-20). Nada menos que el memorable momento de la institución del nuevo pacto, ¡presenciarlo hubiese sido enorme!

Pero unos versículos adelante están los discípulos viviendo el momento:

“Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor” (v.24)

No importaba estar en esa última cena tan anhelada por el Señor, tampoco lo trascendental del nuevo pacto que había quedado establecido; el aviso de que alguien iba a traicionarlo disparó las alarmas y los llevó a discutir acerca de la importancia de cada uno de ellos. En la mente de ellos,  el momento sería trascendental si lograban quedarse con el “gran” título de “el mayor”. Que Jesús estuviera por entregar su cuerpo y derramar su sangre, poca cosa.

Lo que pasa es que siempre esas cosas que el Señor quiere que vivamos las vivimos desde el suelo de nuestros intereses e ideales; nos enfocamos en poner nuestra cabeza en cosas irrelevantes, y admitámoslo, también irreverentes en los momentos que deberíamos pasar espiritualmente, por consecuencia nos perdemos de asuntos trascendentales y de bendición en senderos, circunstancias y pruebas de la vida cristiana.

Además, vivir en la vida que nos ofrecen los idílicos momentos, intereses o fantasías de nuestra mente hará que no podamos comprobar la voluntad de Dios en la real. Hay que regresar al suelo donde estamos parados y preguntarnos ¿estoy viviendo el momento como Dios quiere?, ¿me estoy dando cuenta de lo importante que Dios quiere que vea en este tiempo?; ten la seguridad de que todo lo que está fuera de su voluntad en este momento de tu vida, simplemente lo estás sobrevalorando, no importa que tan bien lo muestre tu imaginación.

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Last modified: July 10, 2018

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