El ciego que podía ver

By Ensayos, Vida Cristiana

“Aconteció que acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesús nazareno.Entonces dio voces, diciendo: !Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! (Lucas 18:35-38)

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La biblia está llena de historias que me avergüenzan, cundida de relatos que exponen a la luz mi falta de fe. En el pasaje de hoy miramos a un ciego que, espiritualmente, podía ver mucho más que los demás; aunque confieso que escribo “los demás” porque no quiero sentirme solo y acusado por mi propio escrito, pues está escrito principalmente para mí.

La fe de este hombre solo necesitó un poco de información; le dicen: “Jesús nazareno” y él lo llama diciendo: “¡Jesús, hijo de David!” (v.38), un sutil cambio de nombre que me indica dos cosas: que el ciego veía claramente que aquel hombre era El Mesías, pues “hijo de David” era el título de la realeza judía. Lo segundo: dado que era El Mesías de Dios, el ciego sabía que era el único que podía hacer tan magno milagro con sus ojos; aunque digamos que él ya miraba lo más importante, espiritualmente miró más que los otros, recuperar la vista física pasaría a ser un incentivo por aquella fe.

Otra cosa que el ciego podía ver sin los ojos era su posición delante del Santo; le dice “¡Ten misericordia de mí!” (v.38) porque sabía que no era merecedor de que le fuese hecho tal portento. Ya lo he dicho antes en otros escritos; la fe nunca debe usarse como plataforma para exhibirme o resaltarme (la paradoja es que si hace esto sencillamente no es fe) sino reconocer y resaltar a Dios, su santidad y poder sobre la miseria de mi humanidad pecaminosa.

Y los que iban delante le reprendían para que callase; pero él clamaba mucho más: !Hijo de David, ten misericordia de mí!

39

En el versículo 39 está ejemplificado el grupo de los hombres con ambos ojos funcionando a la perfección pero con cero vista espiritual, pues “le reprendían para que callase”, no creían que El Mesías deseaba escuchar esos molestos gritos, “pero él clamaba mucho más; ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!”. Las malas circunstancias, los incrédulos y las voces en nuestra cabeza que quieren extinguir la certeza de lo que se espera (Heb.11:1) solo vienen realzarla más para el que en verdad tiene fe. No lograrán callarla.

Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerle a su presencia; y cuando llegó, le preguntó, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.

40-43

Por último, Jesús pide que lo traigan (v.40); esto quiere decir que, por gracia y misericordia,  la fe del ciego alcanzó el lugar donde todo es posible y donde puede pedir lo que tanto anhela: “Señor, que reciba la vista” (v.41), es la voluntad de Jesús que así sea y así sucede; entonces el ex ciego decide lo que por lógica cualquier beneficiado por Cristo debería hacer: Seguirlo (v.43).

Solo con fe podemos agradar a Dios  y estar delante de él, solo la fe nos da la vista por medio de Jesús, y solo al andar por fe podemos seguirle; debe ser el camino de todo cristiano; sin embargo, los ojos carnales deben apagarse para poder ver más allá, aquello que solo un ciego pudo ver.

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Last modified: August 12, 2021

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