“¡Se lo merece!”

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Confesión: me alegré muchas veces cuando vi que le pasaba algo malo a quienes me habían hecho daño, ofendido o rechazado y dije “Se lo merece”.

Casi entiendo a los discípulos de Jesús:

“Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no les recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén” (Lc.9:53)

Hay una larga historia de odio entre judíos y samaritanos; en los evangelios hay ejemplos de las barreras que las dos razas tenían presentes, por ejemplo: “Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos)” (Juan 4:9 LBLA) Esta áspera relación entre ellos se debía a que los samaritanos eran descendientes de una mezcla de judíos con asirios desde el 721 a.C.; lo que provocó que sus costumbres religiosas también fuesen mezcladas. Para un judío era inmundo comer con uno de ellos.  Por eso vemos una represalia de rechazo al notar que estos hombres eran judíos que iban a Jerusalén.

Pero la respuesta de los discípulos tampoco es admirable: “¿Quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (v.54) ¿Puedes ver lo que muestran con su actitud?

  1. Aunque fuesen discípulos de Jesús todavía tenían el prejuicio de ser superiores únicamente por ser judíos.
  2. Por ser judíos creían tener el derecho de “manejar” el poder de Dios como ellos desearan.
  3. Pensaron que por la ofensa podían desearles la muerte. Necesitaban una excusa para que saliera a la superficie lo que deseaban en su corazón para los samaritanos. ¡Se lo merecían!
  4. Se atrevieron a pensar que Jesús estaría de acuerdo con su actitud, porque !Se lo merecían!

Pero aquí es donde Jesús nuevamente le da la vuelta a la moneda: él los mira como personas cuyas almas necesitan ser salvadas y no destruidas.

“Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.”  (v.55-56)

Piensa, esas personas que te dañaron quizá sean consumidos en tus sueños con el fuego de Elías y mas, pero en la realidad el odio no se destruye con mas odio sino con el amor de un corazón que palpita como el de Cristo para amar a nuestros enemigos (Mateo 5:44).

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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