Que el Señor nos haga unos caradura:
Porque no entendimos el significado de “ovejas en medio de lobos” y lo hemos convertido en una convicción para ser cobardes, nos volvimos inferiores a un cuento para niños y para vergüenza lo digo, por lo menos en los cuentos de antaño el lobo era la suma de todos los males, pero en nuestro temor la oveja se hizo compañera y amiga del lobo.
Debíamos ser sigilosos como serpientes; que en medio de las persecuciones supiésemos cuando movernos y cuando permanecer en los lugares, ser inteligentes y conscientes de nuestros movimientos en un mundo que nos lleva la contra, pero muchos han decidido imitar a la serpiente antigua y sus intenciones para tenerlo a su favor.
Se supone que seríamos sencillos como palomas; sabios para el bien, ingenuos para el mal; irreprensibles e inocentes en medio de gente mala y perversa; pero mezclando nuestra biblia adulterada con las costumbres de ellos inventamos formas nuevas y más grotescas de mancharnos.
Teníamos que ser luminares en el mundo, andar como hijos de luz, pero como villano esperamos que el sol se oculte y apagamos la lampara para que nadie note nuestros pecados.
Que el Señor nos haga corderos caradura para vivir sin miedo en medio de un mundo de lobos, que mientras seamos enviados vivamos en obediencia aunque la rebeldía de aquellos que dicen representarlo nos presione cada día. Aunque sus rostros sean duros y sus corazones empedernidos para pecar. Aunque diciéndoles “Así ha dicho el Señor” atraigamos toda clase de mal contra nosotros.
Que el Señor nos haga enviados caradura para que sepan que siempre hubo mensajeros suyos delante de ellos. Aunque no lo quieran oír, aunque no nos quieran oír, aunque sean duros de frente y obstinados de corazón contra él. Que confiemos en que nos hará tan duros de frente y obstinados delante de ellos en representación suya.
Que el Señor endurezca nuestras frentes como la roca más dura, que nos ayude a hablarles sus palabras así escuchen o dejen de escuchar. Que nos ayude a no temerles, a no intimidarnos con sus miradas violentas llenas de ira.
Que el Señor nos haga cristianos caradura para que no seamos de los que retroceden.
Amen.
(Para profundizar: Mateo 10:16-25; Ezequiel 2 y 3)