Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de cuando era más jóven, es el de una tarde, cuando caminando por el sendero de un campamento una muchacha me preguntó a dónde iba, yo le dije que a caminar un poco, me preguntó también que si quería compañía; por supuesto que entendí el mensaje y le dije que me encantaría. 2 años después nos casamos y ahora (11 años después de aquella tarde) tenemos dos hijos. Muchas cosas se pueden perder si no entiendes un mensaje, y aunque creo completamente en la soberanía absoluta del Señor, a veces me aterra pensar qué hubiera sucedido si no hubiese entendido lo que aquella hermosa muchacha me estaba dando a entender.
Más importante aún es entender el mensaje divino, y por tanto mucho más aterrador será para el cristiano no preocuparse por querer entender lo que está escrito en la biblia a pesar sus dificultades. Por eso la próxima vez que leas tu biblia o escuches un sermón en tu iglesia o cualquier otro lugar, recuerda lo siguiente:
1. Entender es un regalo (Mt.13:10-11)
Cuando los discípulos le preguntan a Jesús porqué le está hablando en parábolas a la gente, es decir, de una manera “disfrazada”, él les responde:
“Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es dado.” (v.11)
Esto es algo bastante importante para nosotros, puesto que las palabra “os es dado” nos está diciendo que cuando estamos escuchando o leyendo la palabra y la estamos comprendiendo, hay alguien más involucrado en ese ejercicio, Dios mismo está haciendo que sepamos lo que está diciendo.
Por esta misma razón deberíamos considerarlo un privilegio porque el mismo Señor también dice “más a ellos no les es dado”, en el pasaje él está refiriéndose a las personas que tienen el corazón “engrosado” y que “oyen pesadamente” y “han cerrado sus ojos” (15), por supuesto que Dios escoge no revelarle nada a hombres con dichas actitudes, de ahí que no importa el grado académico que un hombre pueda tener, si Dios cierra las puertas para entender su palabra no se puede hacer nada.
Dios hace el ejercicio para que entendamos, de él depende nuestra comprensión de su palabra, aunque debemos poner nuestro intelecto a disposición en el momento que estamos leyendo, el ejercicio solo puede completarlo Él: “Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y es recordará todo lo yo os he dicho.” (Juan 14:26)
Debes sentirte feliz por ser escogido personalmente por el Señor para formar parte del grupo al que si les es dado saber los misterios del reino: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.” (Mt.13:16). No fue algo que ganaste sino algo que decidió por su gracia, y eso obvio, es un regalo.
2. Entender puede ser difícil
No quiero que malentiendas esto con lo que escribí arriba, estoy hablando de no entrar en pánico cuando de lo que estás leyendo en la biblia haya algo que no entiendas; no querer entender sería otra cosa y un problema grave.
Pero volviendo a lo de tener dificultad con algunas partes de La Escritura, Pedro dice en su segunda carta, cuando se está refiriendo a los escritos de Pablo:
“…como también nuestro amadao hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.”
(2 Pedro 3:15-16)
Pedro no solo reconoce que las cartas de Pablo son Escritura de Dios, también dice que entre ellas hay algunas que requieren más dedicación para entenderlas (de esto hablarémos en un momento) pero por ahora, quiero que notes la situación: un escritor del Nuevo Testamento está hablando de que lo que ha escrito otro escritor del Nuevo Testamento contiene “material” con cierta dificultad de entender sin la guía adecuada.
Pero “dificil” no quiere decir “imposible”, no estás pecando cuando encuentras partes de la bíblia que no entiendes, la biblia no fue escrita para leerla y entenderla por nuestra propia cuenta sin que dependamos del Señor. Lo que si es pecado es que cuando estemos frente a esas partes difíciles las tomemos como lo harían los idoctos: es decir, cómo personas ignorantes que, sabiendo que son ignorantes, no tienen disposición de educarse al respecto. O como lo harían los inconstantes; personas que han leído esas partes difíciles pero que por el deleite de su vida pecaminosa, toman la palabra para satisfacer y apoyar ese estilo de vida. Pedro no dice que estas personas no lean la palabra de Dios, sino que más bien, la leen, y no entendiéndola, la “tuercen”.
Arriba mencioné que nos es dado que entendamos la palabra porque el Espíritu nos enseña, pero con esto no quiero decir que el cristiano pueda ser un perezoso y no tenga una parte activa a la hora de leer la biblia. Como dije, no preocuparte por no entender no quiere decir “restarle importancia” o serle indiferente para nunca entender.
No olvides que para que la palabra de fruto es necesario no solo oir sino entender, Jesús lo dice: “Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra…” (Mt.13:23); si oigo debo querer entender (aunque sea difícil) porque solo estas dos acciones juntas producen fruto, de lo contrario sucederá como también el Señor dice: “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón…” (13:19), aunque el pasaje esté hablando de la predicación del evangelio, podemos decir lo mismo de lo que leemos en la biblia sin intención de comprender; no produce nada.
Por eso debo hablar del siguiente punto:
3. Entender es el deseo de un discípulo
Ya dejamos establecido con la palabra de Dios que hay partes de ella que son reconocidas como “difíciles de entender” y que no debemos preocuparnos cuando nos topemos con ellas, pero que esto tampoco quiere decir que las cosas deban quedarse así para nunca jamás ser comprendidas.
Aunque siempre criticamos a los discípulos de Jesús como el peor ejemplo de cristianos (sin vernos a nosotros mismos) creo que también hay eventos muy admirables en sus “torpes” vidas, como por ejemplo aquel momento cuando Jesús despide a la gente después de enseñar en parábolas y dentro de la casa se acercan sus discípulos y le dicen: “Explícanos la parábola de la cizaña del campo” (Mt.13:36)
¿Porqué querían una explicación? ¿no sería porque estaban admitiendo que les había resultado difícil de entender la parábola y que necesitaban ser instruidos en su significado?, sabían que el único que podía educarlos al respecto era el Señor mismo, demostrando quizá sin darse cuenta que ellos eran buena tierra, habían oído la palabra pero al toparse con algo difícil buscaron la guía de Dios que necesitaban para entenderla.
Aún más hermoso es ver cómo Jesús sin reproche les explica parte por parte la parábola: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo…” (13:37-38), demostrándonos que está dispuesto a guiarnos en eso que no entendimos pero que queremos entender, solo tenemos que preguntar.
Algunas veces tendremos que insistir orando, volver a leer el pasaje más de tres veces y consultar con alguien que tenga más conocimiento para que nos redireccione la mirada; pero el Señor está listo para hacernos entender, porque de hecho, quiere que entendamos.
4. Entender también es una responsabilidad.
La atención es un asunto clave en todo esto, obviamente esto tiene que ver con la manera que oímos la palabra, pero no es por redundar que lo menciono, sino para señalar el peligro de no hacerlo con todo cuidado; en otra ocasión Jesús había discutido con los fariseos porque en su incredulidad le habían pedido una señal del cielo y Jesús se las había negado. Obviamente los discípulos lo habían presenciado todo y entonces tenemos este “gaje” en el oficio:
“Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.”
(Mt.16:5-7)
Jesús se estaba refiriendo a la discusión que había tenido con los fariseos y les estaba advirtiendo de no dejarse influenciar por sus enseñanzas y actitudes, pero los discípulos esta vez decidieron discutir entre sí antes que profundizar en lo que se les había enseñado y relacionar los eventos, resultando así una interpretación “jalada de los pelos” que se enfocaba en ellos y no atendía el significado real, y es entonces cuando vemos semejante exhortación del Señor:
“¿Qué discutis, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?”
(Marcos 8:17-18)
“¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos.”
(Mateo 16:11)
Jesús no los está corrigiendo porque a ellos no se les “había sido dado el entender” lo que Dios decía, sino porque “les había sido dado” pero habían atendido a sus palabras con una mente descuidada que reflejaba a aquellos que no les había sido dado (parece trabalenguas pero vuelvelo a leer si es necesario).
Quizá no eran de esas partes “difíciles de comprender” pero sin una mente sujeta y dependiente del Señor aún lo “fácil” será complicado de recibir. El Señor no solo quiere que comprendas sino que espera que lo hagas, te ha dado el mensaje y todo lo necesario para que lo entiendas, no quiere esperar menos.