“ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2)
“Porque tu repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (1:6)
Nota lo específico que es Dios a la hora de hablar con el nuevo líder; esto no solo indica que Dios sabe la tarea que tiene para cada dirigente al que llama, sino también que, en verdad, se encarga de que él lo sepa. Aunque Josué había estado con Moisés todo el tiempo y no se apartaba de él (Ex.33:11), Dios no lo “metió” a liderar al pueblo sin darle la información que necesitaba, sin darle su propósito. Alguien podría argumentar que quizá Josué podría ya suponer lo que le tocaba, porque Moisés se pasaba diciendo a los israelitas en Deuteronomio que pasarían a poseer la tierra; pero suponer no es lo mismo que ser instruido con la información específica para la tarea.
Lo primero que tenía que hacer Josué, es simple: levantarse. Esto es acción, comenzar a hacer algo. Levantarse para cruzar el Jordán, esto iba a suponer fe completa en el Señor (lee Josué 3) y en un sentido, levantarse para hacer este primer movimiento de cruzar el rio era: aceptar el desafío, dejar la teoría del propósito y comenzar a vivir en ello. Si no se levantaba para cruzar tampoco podía poseer la tierra, si no comenzaba a poseer la tierra no podría repartirla al pueblo, si no se levantaba no podía cumplir el propósito de su liderazgo.
Dios siempre comunica el propósito cuando llama al siervo, mira con Moisés:
“7Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.” (Ex.3:7-10)
¿Puedes ver el detalle del plan? Dios no está improvisando un llamado, sabe bien lo que quiere hacer con la persona a la que llama; el propósito con Moisés era: “Saca a mi pueblo de Egipto”, pero quiero que sigas notando, como dije antes, que hay un trasfondo para el propósito, el pueblo de Israel:
- Estaba afligido y angustiado (v.7).
- Estaba siendo oprimido (v.7,9).
- Estaba clamando a Dios (v.7,9).
Eso por parte del pueblo de Israel, pero también había sucedido algo en el cielo:
- Dios había visto la afliccón (v.7).
- Dios había oído el clamor (v.7).
- Dios había descendido para librarlos (v.8); había decidido intervenir.
- Dios había escogido al siervo para la tarea (v.10).
Francamente cuando pienso en el propósito de Dios para mi vida y que hay un trasfondo para ello, quedo sobrecogido y además con mucha reverencia, porque me doy cuenta que lo que Dios está haciendo es serio, que no soy quién para estar involucrado pero estoy por gracia y misericordia, ¿cambia esto un poco tu percepción de lo que tienes que hacer en el ministerio?
De hecho te puedo seguir comprobando la “no improvisación de Dios” con el llamamiento de Pablo:
15Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
He decidido ponerte el versìculo 15 para que observes la imperfección de Pablo, Jesús lo está exponiendo a su horrible pecado, recuerda que había sido el “perseguidor por excelencia” de la iglesia en aquella época. Este versículo es un contraste muy marcado con los tres siguientes; de hecho es Pablo quién está relatando su conversión, el estaba consciente de que no merecía el ministerio al que Dios lo estaba llamando, estaba allí por gracia. No importa lo “bueno” que hayas sido o las “buenas cosas” que hayas hecho, no te alcanza para aspirar al liderazgo en el ministerio de Dios. Siempre es por gracia. Esa gracia tenía un propósito con Pablo:
- Sería enviado a los no judíos (v.17).
- Para abrir ojos (v.18).
- Para que las personas se convirtieran de las tiniemblas a la luz (v.18).
- Para quitarlas del poder de Satanás y moverlas al de Dios (v.18).
- Para que recibieran el perdón (por la fe en Jesús) de sus pecados (v.18).
- Para que recibieran herencia entre los santificados (v.18)
Puedes darte cuenta que Dios tiene un plan muy grande y decide usarnos a pesar de lo que somos, nota también la palabra “librándote” en el versículo 17 que claramente indica que habría dificultades dentro de ese plan, pero Dios ya lo tenía resuelto, Pablo, al igual que Josué, solo tenía que levantarse (v.16) y comenzar a obedecer.
Hay propósito
La aplicación a meditar en esto es fácil, incluso predecible, y lo es por la evidencia que ya te expuse arriba. Dios sigue actuando de la misma manera el día de hoy, estar en liderazgo requiere conocer el propósito de ello; no puedes hacer nada productivo si no sabes porqué estás en donde estás.
Quizá eres líder de jóvenes espiritualmente fríos, sin compromiso y sin intenciones de buscar más de Dios. Esto a menudo lo escucho de muchachos que están a punto de tirar la toalla, pero creo que en la mayoría de los casos, lejos de ser la razón para renunciar debe ser visto como campo de misión, como el propósito de estar al frente; si no hay dificultad ¿Dónde está el ministerio entonces?; quizá el propósito de que Dios te haya puesto es guiar a estos jóvenes fríos a descubrir la comunión con Dios, ayudarlos a comprometerse con Su palabra, guiarlos a salir de la indiferencia espiritual.
Otra manera en la que puedes ver qué propósito tiene tu liderazgo es ver el trasfondo del lugar donde estás sirviendo; si hay trasfondo hay propósito. Quizá tendrás que sentarte a hablar con quien estuvo antes que tú para conocer más el “terreno”, tal vez hay alguien sobre ti también; un director de ministerio, un pastor o líder de jóvenes, conversa con él, puede ser provechoso. Pero independiente de lo que decidas hacer, lo principal es tu comunión con Dios; buscar respuestas y guía en la palabra y hablar con Dios; consultar en oración. El ya sabe el plan, es detallado y de mucha seriedad, el que necesita saber lo que Él ya decidió hacer con su pueblo eres tú. Por eso no puedes prescindir de tu comunión con Dios. Necesitas estar muy cerca para saber sus planes.
“ahora. pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:2 enfasis agregado)
Debo hacer un pequeño recordatorio aquí: ser líder no se trata de “mí”, el ministerio trata de honrar a Dios sirviendo a los demás; la tarea para Josué hubiese sido en extremo más fácil si solo él hubiese tenido que pasar el Jordán, pero era especialmente desafiante porque todo el pueblo tenía que cruzar con él, no eres líder si te estás sirviendo a ti mismo, si no llevas a nadie detrás haciendo lo mismo que tú.
El interés por servir a los demás es algo que debes cultivar si estás considerando una posición de servicio; ese interés a veces “chocará” con los intereses más personales. ¿Recuerdas cuando Dios le ofrece a Moisés un mejor pueblo?, en su respuesta vemos a un líder que ha decidido poner sus conveniencias a un lado y ha decidido darle la gloria a Dios mientras se compromete a seguir guiando a un pueblo tan difícil:
11Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor en tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza, y con mano fuerte 12 ¿Por qué han de hablar los Egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la haz de la tierra? Vuélvete del furor de tu ira, y arrepiéntete del mal de tu pueblo. 13 Acuérdate de Abraham, de Isaac, y de Israel tus siervos, á los cuales has jurado por ti mismo, y dícholes: Yo multiplicaré vuestra simiente como las estrellas del cielo; y daré á vuestra simiente toda esta tierra que he dicho, y la tomarán por heredad para siempre. 14Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer á su pueblo. (Ex.32:11-14)
Por supuesto que todos preferimos “un pueblo” fácil de guiar y que nos haga sentir que somos los mejores líderes, pero la verdad es que hasta que no clamemos de la manera que lo hizo Moisés por gente que no lo merecía, dispuestos a continuar al frente de ellos, no habremos tenido la suficiente pasión por el liderazgo; pero esa pasión no se trata tampoco de nosotros mismos sino de que Dios sea exaltado, como en la respuesta de Moisés; todo se trata de la fama del Señor, no de la de él.