“Él no quiso dormir en la noche, temía entregarse a los monstruos en sus sueños; no quiso cerrar los ojos, pero de sus días; los pasados, presentes y futuros; su mente entregó pesadillas.”
– extracto de “El errante nocturno” (L. Hiram Delgado)
“Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová, y guardé tu ley”
Salmo 119:55
Hay pocas cosas tan intimidantes como despertarse en medio de la noche y no volver a dormir, pero no por ruidos en la casa o los monstruos bajo la cama; sino por los monstruos en nuestra cabeza: esos pensamientos que llegan para hacer nido en la mente y susurrarte el resto de la velada todos los estreses y peligros que correrá tu vida cuando te levantes.
No pienso minimizar tus penas o los riesgos que en verdad enfrentas, porque muchas veces son una (como ya dije) realidad. Toma como ejemplo el caso del escritor en peligro del Salmo 119 y sus problemas: “Los soberbios se burlaron mucho de mí…” (v.51), “Horror se apoderó de mí a casusa de los inicuos que dejan tu ley” (v.53), así que probablemente tus noches en vela tengan una razón, digamos: válida.
Sin embargo lo que el Salmo 119 también nos enseña (aparte de ser un poema expresando el amor a la palabra de Dios) es que el escritor llegó a valorar más la palabra de Dios en los tiempos difíciles. Esos tiempos difíciles a veces son causados, como vimos en el versículo cincuenta y tres por personas que están en desobediencia a la palabra de Dios; circunstancias en la universidad, trabajo o el ministerio en el que servimos; las presiones van aumentando hasta que suenan su tenebrosa alarma en la oscuridad estando en nuestra cama.
“Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé” (v.52)
Por supuesto que no lograrás recordar nada si primero no lo lees, si no lo has guardado intelectualmente, y con esto quiero decir: usando la cabeza para analizar lo que dice y comprender el mensaje; usar la inteligencia para leerlo. Este paso es importante porque de lo contrario (si memorizas sin entenderlo) no podrás practicarlo, por eso la mente es necesaria para sembrar en el corazón y cosechar una buena vida cristiana. A veces esas noches de insomnio son la prueba perfecta para que descubras si de verdad “te sabes bien” tal o cuál versículo. Y si te lo sabes bien, según el salmista, habrá consuelo, aunque no vuelvas a dormir.
“Me acordé en la noche de tu nombre” (v.55)
Otra de las razones para memorizar la palabra es que, es a través de conocer lo que ella dice que podemos conocer más sobre el nombre de Dios. Al fin de cuentas, a él lo conocemos primordialmente por lo que la biblia dice de él, creemos en lo que ha hecho y en sus maravillas a través de los versículos; que desventura es entonces no memorizar, puesto que en medio de la noche no conoceremos lo que ese Dios puede hacer con las circunstancias.
“Cánticos fueron para mí tus estatutos, en la casa donde fui extranjero” (v.54)
Perdoname por insistir, pero: una canción para cantarla tienes que memorizarla, tienes que saber la letra, entender de lo que habla, a menos que prefieras parecer tonto pronunciando mal palabras de canciones en otro idioma (pero ese es otro asunto). Mira lo que la palabra de Dios fue para este hombre en esas noches, cuando estuvo en un lugar que no era el de su comodidad, en el lugar donde no se sentía seguro; la biblia fue el tema de sus canciones.
“Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado” (v.50), nos hace recordar que la palabra de Dios se vuelve vida en esos momentos oscuros y difíciles, el mejor momento para despertar a sus promesas es la aflicción, la mejor hora para recibir y entender de una mejor manera el consuelo de ella es la circunstancia difícil.
Después de dar esta pequeña vuelta necesaria, entonces ¿qué hacer en esas noches de insomnio?, ¿cómo encontrar descanso en esas noches en las que no puedo descansar?
Medita en la palabra (que has memorizado), recuerda (por medio de la palabra) quién es Dios y canta (por lo menos en tu mente, para no despertar a nadie o espantarte más con tu voz) la palabra de Dios.
“Estas bendiciones tuve, porque guardé tus mandameintos” (v.56)
Meditar en la palabra de Dios en medio de la oscuridad siempre será una bendición, volver a repasar durante la noche lo que he comprendido de Dios en la luz siempre será un consuelo y producirá, aún antes de que salga el sol, un amanecer en nuestra mente y corazón.
¿Qué haces antes de dormir?, quizá puedas cambiar hábitos, en lugar de “redes” en el celular, acuéstate memorizando algún versículo, si de pronto te despiertas en la oscuridad, tendrás algo bueno en qué pensar.