¡Solo tenías que hacer una cosa!

¡

La parte de atrás de un martillo, la lengüeta de una lata de gaseosa girada hacía el frente (es decir: la parte pequeña en la parte superior que destapa una lata) o el litro de leche en caja que siempre te hace desparramar al servir; siempre están en los vídeos de las listas de “cosas que has usado mal toda tu vida”; sabiduría trascendental que da igual si la conoces o no, porque, si las has usado mal toda tu vida es porque puedes sobrevivir sin usarlas bien.

Algo que debería estar en una versión cristiana de esa clase de listas es la biblia; algunos cristianos la han usado mal toda su vida (y eso que por el momento no incluyo a los “profetas” modernos y curanderos que han desaparecido en la pandemia), hablo del creyente común y corriente que, hablando con optimismo, lee la biblia dos o tres veces a la semana, él sí, no puede sobrevivir sin aprender a usar bien la biblia.

Nuestra humana carnalidad, el ego que nos pinta de otro color las cosas, nos pide que leamos la biblia para que “nos vaya bien”, que ese es el fin máximo de la lectura bíblica, mi vida. No se me mal entienda, es uno de los beneficios de la lectura bíblica, de lo contrario tendría que quitar, solo por mencionar algo, un Josué 1:8 y convertir en queso suizo el libro de Deuteronomio (4:40; 5:16,33; 6:3,18,24; 12:25,28; 22:7) y tendría que explicar todos los agujeros que esto ocasionaría en el Nuevo Testamento. Lo que quiero decir es que, tenemos que aprender (y esto aunque duela): la biblia no se trata de nosotros, se trata de Dios.

“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.”

Salmo 119:11

El escritor del salmo 119 lo entendía bien, el fin primario y máximo de guardar la palabra de Dios no es solo un beneficio (y nótese que uso la palabra “solo”), sino el no pecar contra Dios; la importancia primordial no es agarrar algo que puede ser útil para mi vida, sino cómo está mi vida en relación con Dios, estar bien con el autor y personaje principal; ¿es una vida que se alinea cada día a los deseos de Dios y se calca al Señor mismo para hacer su voluntad y estar en comunión?

“¿Con qué limpiará el joven su camino? con guardar tu palabra.”

119:9

O ¿es que acaso se trata solo de limpiar mi camino para que me vaya bien? no debo confundirme; no es limpiarlo de cosas que no me gusten o no me convengan por preferencia personal, sino de purificarlo de todo lo que impide que mi vida siga hacía esa transformación dentro la voluntad de Dios; y es acá donde se puede decir que: atendiendo el objetivo primario: conocer a Dios mismo (palabras, voluntad, santidad, etc…) por supuesto, me va a ir bien, porque ¿a quién que sigue la voluntad de Dios (expresada en su palabra) le ha ido mal?

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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