Sabiduría de redes sociales (3): “nadie sabe más que yo… y este comentario es la prueba”

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Si quieres ver acción en redes sociales no te centres en los posts o las imágenes, no, eso es solo el detonante; tienes que moverte hacia abajo, no hablo de la cantidad de likes o de las “caritas” de las reacciones (aunque comienzan a ser un indicio). Donde tienes que centrarte es en los comentarios; en ese mar de autores y expertos sedientos de tener la última palabra y el premio Pulitzer otorgado en la categoría de “comments”.

Entiendo que hay algunas publicaciones y comentarios que hacen hervir la sangre, provocaciones (intencionales la mayoría de veces debo decir) que tientan a defender nuestra tribu política o religiosa, porque “esto no se puede quedar así” y “alguien tiene que hacerle entender a esa gente su error”, ¿no?

No pretendo que mi palabra sea la ley, pero creo que hay que pensarlo dos veces antes de responder una provocación en redes sociales, antes de dejar nuestra sabiduría (digna de una enciclopedia) naufragando en un océano de comentarios, tengo varias razones que considero merecedoras de darles por lo menos una leída.

1. En redes sociales todos saben de todo:

La generación de millennials (y algunas generaciones más antiguas y otras más recientes) creemos que hacer scrolling todo el día en twitter nos convierte en sabios. Ahí tenemos a influencers de cualquier categoría andando siempre en peleas virtuales y comportándose de manera ridícula en redes; pero en el momento que se presentan asuntos serios, difíciles o de interés nacional y hasta mundial, son “la voz que debe ser oída”, sus puntos de vista y consejos son mejores que los de Salomón. Sin embargo, observando sus acciones, sabrás que aquella sabiduría no puede salvarlos de sus propios errores.

La biblia habló de esta clase de personas mucho tiempo atrás: “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar.” (Prov.26:16). Es la descripción exacta del muchacho o chica (o adulto) que pasa el día compartiendo “memes”, viendo videos y cuando se enardece por algo que no es de su agrado, arremete con sus consejos y soluciones (que nadie ha pensado), y luego, cuando ha adoctrinado a “la manga de ignorantes” y el momento de la ira pasó, sigue haciendo scrolling.

La biblia nos advierte de esta actitud diciendo: “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? más esperanza hay del necio que de él.” (Prov.26:12), hay más esperenza del necio porque él no está presumiendo algo que no es, no se engaña a si mismo. Pablo además nos dice: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura…” (Rom.12:3)

2. En redes sociales nadie se libra:

Puede que nuestra intención sea la de un pacifista, pero en redes no todas las provocaciones requieren un pacificador y no todas las ovejas que quieren estar perdidas reconocen a un “mesías”, no todos los torpes agradecen un consejo sabio. Pues, como ya dejaron claro, todos saben de todo y nadie puede decir y hacer algo mayor que ellos.

Sin embargo, alguien que quiere entrar al ring de los comentarios y tweets rara vez busca lograr la paz; si un día observas, la cosa se asemejará a un montón de perros ladrando a quien pase por su puerta (entiéndase: publicación), y ya que ilustro esto con perros, la biblia dice: “El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas.” (Prov.26:17), si no entiendes la referencia: cualquiera que le agarra las orejas a un perro (y más en una pelea) va a terminar atacado, mordido, lastimado. Intenta sujetar con fuerza a un perro por las orejas cuando está peleando de manera salvaje y sentirás la fuerza de sus colmillos; enojate e intenta terciar con tu opinión en los comentarios de facebook y sentirás la furia de las redes.

3. En redes socailes “no hay respuesta correcta”:

En un mar de voces y opiniones como las redes ninguna cuenta como debería, por eso el desprestigio de la tuya es un hecho; aunque seas un experto en la rama de la política, religión, escatología, arte o en pandemias, y aunque estés en lo correcto al cien por ciento, igual no vales nada y mereces ser silenciado por el muchacho tirado en el sofá mientras este mira su serie en Netflix.

El hombre más sabio y perfecto que pisó la tierra, con toda la inteligencia que formó el universo y que nunca podríamos igualar, habló con toda la razón y un guardia cualquiera le dio un golpe cuando terminó de expresarse:

“Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?” (Jn.18:22-23)

No podía decirle en qué habló mal, nunca podría, pero pensaba que Jesús no tenía derecho como el resto a “poner su comentario” frente al del sumo sacerdote (a propósito: siglos después todavía hay hombres que ponen las palabras de Jesús debajo de las de otros, pero ese es otro tema). Si hicieron eso con Jesús ¿porqué esperaríamos nosotros más respeto a nuestras palabras?

Creo con seguridad que el cristiano está llamado a hacer la diferencia, sin embargo, el trabajo no será eficaz en los comentarios de un muro o en una cuenta de twitter, el problema se debe atacar desde otro ángulo: donde recordemos que, antes que nuestros comentarios, las personas necesitan a Cristo, no que formemos parte del puñado que pelea en las redes sociales.

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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