Estudié en una escuela cristiana toda la secundaria; un día el director se enteró de mi sueño de ser escritor cristiano, y le dijo a mi mamá que me iban a apoyar, pero todavía no, porque «el diablo podía agarrarme y destruir mi vida en ese entonces». Han pasado 15 años y todavía no entiendo qué quiso decir con eso… y les cuento de paso que todavía no me han apoyado.
Lo que sí entiendo, al menos quiero verlo así, es que aquel hombre tenía un interés genuino en mi vida espiritual (aunque muy mal enfocado), su preocupación era que a mis catorce años, por “meterme” en asuntos que tienen que ver con la vida espiritual, cayese en alguna trampa del diablo y que fuese destruido en el camino; como dije antes: eso es lo que quiero entender. Él estaba queriendo que yo aguardara para escribir porque todavía no era el tiempo (según cuál fuese su método para determinarlo), no tenía la edad suficiente para adentrarme en terreno cristiano o escribir acerca de ello.
La única cosa que agradezco de aquello es que me hizo detenerme y aprender a escribir mejor para que mis escritos no dieran tanta vergüenza, pero fuera de eso, hay que decir que quien determina el tiempo para que seamos sus instrumentos es Dios mismo. El día de hoy veo a muchos hermanos bien intencionados ser aquellos que tienen en poco la juventud; sé muy bien que los jóvenes necesitan guía, pero “guía” no significa “estorbo” o “tropiezo” por “falta de experiencia”, como si fuese la experiencia el factor determinante por encima de La Palabra y la compañía de Dios.
Varios de nuestros héroes favoritos en la biblia eran jóvenes; obviaremos de estos ejemplos a nuestro Señor, el joven cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Pero puedes pensar en David siendo usado por Dios para dar la victoria a los filisteos frente a Goliat, o quizá recuerdes a Josías, de ocho años cuando comenzó a reinar piadosamente sobre Israel, o incluso más atrás, Samuel, con un mensaje duro para Elí (1 Samuel 3); o el profeta Jeremías, en cuyos inicios me voy a detener, porque es él mismo el que reconoce su corta edad:
“¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, que no se hablar, porque soy niño”
(Jeremías 1:6)
Dependiendo de los libros que leas, encontrarás que algunos dicen que él tenía entre doce y quince años en ese momento y otros entre veinte y veinticinco; sin importar cual de los dos parámetros es el real, ambas edades impresionan cuando consideras qué tan temprano fue llamado a hacer un ministerio que la mayoría de cristianos de años se niegan a hacer por temor. No, señores, la edad no determina nada cuando hablamos de servir a Dios, porque él ya tiene el plan hecho antes de que siquiera lo hubieses pensado: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (1:5), por eso, por decirlo de una manera simplona: «no hay que posponer para mañana lo que Dios planeó desde ayer.»
Nunca es demasiado temprano para comenzar a servir a Dios porque los tiempos los controla el Señor, por eso cuando llegue el momento:
1. Sé obediente:
“¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, que no se hablar, porque soy niño” (Jeremías 1:6), Jeremías tiene una preocupación sincera ante la noticia de eso de “ser profeta”, quizá pensó: “Un profeta tiene que hablar a la gente y debe hacerlo bien, yo soy un inexperto, no tengo la edad para serlo, no puedo hacerlo como se debe”. Su respuesta nos indica que sabía cuál era el trabajo de un profeta, pero que hasta ese momento en su mente de espectador, pensaba que dependía de la habilidad del individuo y también de su edad.
“Y me dijo Jehová: No digas: soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande”
v.7
El versículo 7 es una respuesta de Dios a la preocupación de Jeremías, y es directamente contra su creencia “No digas: soy un niño”, para ponerle fin a esa manera de pensar. Y en dos frases resume el trabajo de un profeta: ir a donde Dios diga, decir lo que él mande. El día de hoy no hay profetas como tal, pero si Dios a través de su palabra te está pidiendo que le sirvas, más que confiar en tu edad y habilidad debes obedecer.
Cada vez que pensamos en edad pensamos en limitaciones, algunas veces es preocupación real, como la de Jeremías, que se miraba insuficiente para lo que se le estaba comunicando; pero algunas veces también es una limitación fabricada y conveniente para posponer tu obediencia. Claro que si la obra requiere aprender ciertas habilidades u oficios necesitas dedicar tiempo a ello, pero antes de todo eso necesitas obedecer; y esto significa abandonar la excusa de que te falta experiencia o más cumpleaños en tu vida. Significa aceptar lo que Dios decidió sobre ti desde antes que fueses formado en el vientre de tu madre. Fuiste predestinado (Romanos 8:29), ¡o sea que obedecer es aceptar tu destino!
2. Sé valiente
Sí, con el espíritu de “esfuérzate y sé valiente” de Josué 1:9, porque si fuese sencillo ser instrumento de Dios todo el mundo lo sería. La frase “a todo lo que te envíe” también puede ser traducida como “a todos contra quienes te envíe”; Jeremías no era enviado a una congregación que había escrito muchos mails a Dios solicitando un nuevo pastor que los guiase con la palabra; Dios les estaba mandando un profeta para confrontarlos y señalar sus pecados. Llevaría un mensaje violento para un ambiente hostil contra Dios.
“No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová”
V.8
“No temas delante de ellos” es la orden, “porque contigo estoy para librarte” es la razón.
No eres valiente porque confías en tus habilidades, ya vimos que Jeremías no tenía dicha confianza, agregado a eso, ves que la confianza que Dios le pide no es en esas cosas, sino en su compañía; no te librará la experiencia o la edad, esas cosas no tienen tanto poder, sino Dios; solo puedes ser valiente si tu confianza está en él. En Hechos puedes ver a Juan y a Pedro después de ser amenazados orando a Dios para que les conceda denuedo para predicar de Cristo, dándote una muestra más de que el verdadero instrumento de Dios sabe que por su propios méritos está perdido frente a sus enemigos.
3. Sé Su boca
“Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.”
v.9
No te sorprendas cuando te diga que la única razón por la que sirves es para dar a conocer a Cristo, no tus opiniones de media noche basadas en libros de autores no regenerados por el Espíritu. Para ser la boca de Dios necesitas experimentar en carne propia Su palabra, leyéndola con toda atención y estudiándola con mayor interés que todos tus demás libros, actualmente no hay otra forma de que Dios ponga sus palabras en nuestra boca, ni habrá.
Como la boca habla solamente lo que sale del corazón, necesitas leerla para ponerla en él. Nunca podrás ser Su boca si prestas más atención a filosofías contrarias a la fe cristiana, (con prestar atención me refiero a seguirlas y distribuirlas). No sorprende escuchar que en la boca de muchos “cristianos” las palabras que fueron puestas son las de agendas “woke” o comunistas, porque no han experimentado en vida propia la palabra de Dios. Permíteme la siguiente frase, entendiéndola en su contexto (debido a que ya tenemos el canon bíblico cerrado no podemos experimentar como Jeremías lo que el versículo 9 nos dice), pero al leer la biblia experimentas su mano tocando tu boca y poniendo sus palabras en ella. Nunca es demasiado temprano para ser Su boca.
4.Se dependiente
“Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”
v.10
Jeremías no era rey, ni ministro, ni ninguna persona alta en la jerarquía del gobierno de aquel entonces; tampoco la gente le dejaría serlo. ¿Cómo es que estaría sobre “naciones” y “reinos”?, por las palabras que Dios puso en su boca; no tenía otra arma porque no necesitaba otra.
Arrancar, destruir, arruinar y derribar no son palabras que le gusten a la mayoría de personas. La sociedad había sembrado vidas pecaminosas y había cosechado gente alejada de Dios, se había establecido en reinos y naciones una rebeldía de la que tenían que arrepentirse y por supuesto, para plantar y edificar algo nuevo tienes que limpiar el terreno antes. Jeremías debía confiar que la palabra que Dios había puesto en su boca era superior y suficiente. Para hacer su trabajo debía depender de ella.
¿Cuántos políticos han tomado a Dios como slogan para sus campañas? no están tratando de llevar la palabra de Dios a gobernar un país, sino tratando que la palabra “Dios” los lleve a ser gobernantes; y si usan alguna frase de la biblia, es solo un medio fuera de contexto para conseguir adeptos que hagan realidad sus metas personales. En cambio un instrumento genuino de Dios entiende que la palabra de Dios es el medio y Dios gobernando los corazones es el fin; que es la Biblia la que arranca, destruye, arruina y derriba todo lo que está mal en ellos para plantar y edificar lo que el Señor quiere. No tienes otra arma y no necesitas otra, porque está sobre naciones y reyes. Sí, a tu corta edad.
Así que cada vez que te canten “Happy birthday to you” sin que hayas estado sirviendo al Señor, no pienses que todavía no tienes los suficientes años, sino más bien que ya se te pasó otro sin responder a su llamado. Al final, tu edad, por más grande que seas siempre será diminuta delante del Dios eterno que te está llamando.