La navidad del Dios que no pide permiso

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Un día eres joven, y al siguiente amas las frases que odiabas que tus padres usaran contigo porque las entiendes al usarlas con tus hijos. Una de mis favoritas ahora es: “No te estoy preguntando si quieres hacerlo, te estoy diciendo que vas a hacerlo”; el contexto es irrelevante, pero por lo general la frase se dice después que un padre ha dado una orden y el hijo comienza a poner “peros” alternativos y quizá, solo quizá, salirse con la suya y no hacer lo que se le pidió.

Bueno, la historia de la primera navidad (vamos a llamarle así, porque así solemos llamarla), es una historia en la que podemos ver con claridad a Dios diciéndole a nuestros queridos personajes “No te estoy preguntando si quieres hacerlo, vas a hacerlo”. Es el relato del Ser Superior, que no se conforma con ser “un caballero” como muchos dicen, sino que se sale de los límites humanos para irrumpir en las vidas de los hombres sin pedir permiso, porque es Dios, y esto, más allá de que para algunos parezca déspota, es en realidad la muestra más grande de amor para nosotros, los pecadores.

“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:22-23)

Estoy de acuerdo con las preguntas desafiantes que traen algunos libros devocionales, entre ellas hay una que quizá es la más acertada, luego de que hemos leído el pasaje y que el autor haya aportado una pequeña explicación sobre él, generalmente sigue algo así: “¿Cómo puedo hoy aplicar esto en el transcurso del día?” (o alguna variante parecida), porque se supone que el tiempo de lectura bíblica no debe quedarse sentado en el sillón sino que levantarse junto con nosotros a vivir. Por ello después de esta pregunta, comenzamos a planear formas de aplicar el pasaje, a fabricar situaciones imaginarias de cómo practicar lo que Dios ha dicho en su palabra. Y con esto, creo, no hay ningún problema.

El verdadero “problema” es cuando Dios no obedece a nuestra imaginación y no se apega al plan que nuestra mente tiene para practicar su palabra. Sino miremos a José y María, todos saben que eran personas que temían al Señor, incluso la misma biblia bautiza a José como “justo” (Mateo 1.19) y de buenas intenciones; y María “la virgen”, no tengo duda que ambos practicaban lo que la Palabra decía.

Pero Dios tenía un plan y desde antes de la fundación del mundo había escogido a sus siervos para cumplirlo, había llegado el momento de irrumpir en sus vidas “sin permiso” y hacer cosas milagrosas, lo quisieran ellos o no. Ante la noticia del nacimiento virginal de Cristo, las respuestas no se hacen esperar, María, sabiendo que su sueño de boda tradicional se vería truncado, dice: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” (Lucas 1.38); y también vemos a José que “como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente” (Mateo 1.19) y antes de apedrearlo por incrédulo, piensa ¿le creerías a una muchacha que está embarazada por el Espíritu Santo?, y entonces comprenderás un poco a José.

¿Es acaso la reacia reacción de José el cabo suelto que hace peligrar todo el plan de salvación?, para nada. Dios no pide permiso y terminaremos haciendo lo que su palabra dice que debemos hacer, sin embargo, decir “no pide permiso” a muchos les caerá grosero, pero tengo buenas noticias para ellos: que no pida permiso no quiere decir que su gracia y amor hayan desaparecido, porque nos regresará a cumplir su plan con paciencia y aliento, y hará que creamos lo que no pudimos creer al principio:

“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” (Mateo 1.20)

Sin duda él también creía que el Mesías había de llegar, pero no creo que hubiese pensado en aplicar en su vida esas partes de la profecía (la palabra) de la manera que le estaba tocando hacerlo, porque la situación que Dios tenía para que él lo llevara a la práctica definitivamente excedía cualquier mentalidad humana. A pesar de su incredulidad del inicio, después del mensaje del ángel, hubo una victoria en su andar espiritual:

“Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.” (Mateo 1.24)

Está bien, alguno dirá que para ser este un escrito navideño no hay suficientes luces en el árbol todavía; en mi opinión sí, tiene todos los elementos: Dios, el nacimiento de Cristo, y los personajes que siempre vemos en estas épocas; pero si aún no es suficiente, aquí te va: este diciembre sigue planeando formas y situaciones para aplicar lo que aprendes en tus devocionales matutinos y busca llevarlas a cabo, no hay nada malo en eso, pero recuerda que la historia de la primera Navidad nos cuenta que Dios también ya tiene las formas y situaciones para que apliques lo que conoces de la biblia, que no pedirá permiso para saber si quieres hacerlo, sino que con gracia, amor y también mucha misericordia, te hará practicar lo que su palabra dice. Piénsalo, si hubiésemos tenido un Dios que es “todo un caballero” que respeta las vidas y sueños de sus siervos pidiéndoles permiso, no tendríamos el regalo de la Navidad, y con esto me refiero a Cristo.

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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