Estamos llegando a diciembre y a medida que camino por las calles (calles de un pueblo) la música rasposa de los foquitos navideños comienzan a retumbar en las tiendas; deformando las melodías de los villancicos clásicos pero, debo decir, trayendo la melancolía de cada navidad pasada. Trayendo la imagen de un árbol iluminado resplandeciendo en la sala de casa, aumentando la alegría en la familia y disparando mi cuenta de luz.
Los que empiezan a resurgir también, a despertar de su letargo de once meses, son los guerreros de la cruzada contra el árbol navideño en las casas de los cristianos. Tienen una palabra como espada para combatir: “pagano”.
¿Vengo a iniciar una guerra contra ellos, una contra-cruzada defendiendo el árbol navideño? no, puedo perder mi tiempo de maneras más entretenidas. Más bien, quiero desmentir un mito: el que dice que “la biblia nos advierte sobre el árbol de navidad”, sí, hay quien dice que Jeremías capítulo diez es un pasaje contundente contra el árbol navideño antes de Cristo:
3Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. 4Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. 5Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. (3-5)
Uno de los problemas en hacer esto un pasaje anti navidad, es que se toman los términos comunmente usados para estas fiestas y se aplican al pasaje para que suene en un contexto por completo diferente, para que emerja mágicamente un árbol de navidad:
“Porque leño del bosque cortaron” (v.3), estas personas dirán: “¡Vean, cortaron un árbol del bosque, tal como se hace en navidad!” (aunque en una generación de “eco-cristianos” adoradores de la falsa “madre tierra” más que del Padre Celestial, ya no se cortan tantos), claro, la acción de la que habla el versículo puede sonar ligeramente a costumbres navideñas, pero no tiene nada que ver, porque el versículo sigue: “obra de manos de artífice con buril”; el árbol no es obra de manos humanas sino en lo que acaba ese árbol cortado, está hablando de darle forma a ese pedazo de madera, trabajo de un escultor, alguien que labra ídolos; no veo cómo un buril puede ayudarme a colocar mi árbol en la sala.
Sigamos aplicando un sinsentido navideño fuera de contexto al pasaje: “con plata y oro lo adornan” (v.4) y este entonces es el sentido de las esferas que colgamos, y como no brillan lo suficiente hay que tupir el árbol con luces doradas para simular oro (y espero que no estés leyendo solo esta parte porque si no leíste todo el artículo no estarás entendiendo mi sarcasmo), además el árbol tiene que tardar sin moverse por lo menos hasta el 25 de diciembre y por eso hay que afirmarlo al suelo con clavos y martillo, para luego ocultar estos “remiendos” con los regalitos debajo de él. Y hasta aquí llega mi explicación porque no sé como encajarla con el versículo cinco: “Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.” a menos que elimine todo lo anterior y lo hable en el contexto de la inutilidad de los ídolos fabricados.
No encontramos alusión alguna al árbol de navidad en la biblia, ni a favor ni en contra; ante la afirmación de que es una costumbre no cristiana, lo cual no niego, como muchas otras costumbres entre los cristianos que no tienen origen en la iglesia (y de lo cuál habla mi ensayo “Navidad y mis razones”), también se tendría que agregar la verdad completa: “Es complicado determinar dónde arranca y cuándo el árbol de Navidad. Las noticias directas son pocas y las costumbres precristianas relacionadas con los árboles y los bosques son tantas que los estudiosos no se ponen de acuerdo.” (Breve historia de la navidad, Gómez, 2013, pag.100). Y ya que hablamos de historias y tradiciones, hay dos que me gustan bastante:
De las primeras menciones en épocas cristianas del árbol en casa, y creído por muchos como el responsable de introducir la costumbre, es Winfrid de Devonshire (más conocido como Bonifacio) misionero a los paganos de Alemania; quienes tenían el gran árbol sagrado del dios Tor; lugar destinado a sacrificios, y donde el 24 de diciembre se sacrificaría un niño para aplacar la ira de aquel dios. Bonifacio se presenta con un hacha, salva al niño y comienza a cortar el gran árbol ante la mirada estupefacta de todos, el árbol de Tor cae y los habitantes al ver que Tor no le ha hecho nada al misionero, comienzan a abrir sus corazones para escuchar el evangelio. Detrás de aquel gran árbol había uno pequeño con hojas verdes, la tradición cuenta que él lo señala y dice : “…es el signo de una vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren cómo apunta hacia el cielo. Sea este llamado el árbol del niño Jesús; reuníos en torno a él, no en el bosque salvaje, sino en vuestras propias casas; allí no albergará obras de sangre, sino regalos amorosos y ritos de bondad “.
Pero el tema de la Navidad siempre fue motivo de diferencias, con los reformadores protestantes por ejemplo, tenemos a Zuinglio, quién se mantenía fuera de ella, a Calvino; que se mantenía en un punto medio, dejándola a discreción y decisión de cada cristiano, y Lutero, quien no miraba ningún problema en esto; de él se cuenta que: caminaba una noche por el bosque y en un momento miró las estrellas arriba entre las ramas de los árboles, quedó tan asombrado por la belleza que al llegar a casa trató de describirla a sus hijos; intentando recrear aquella imágen, trajo un árbol a casa y le colocó candelas en las ramas.
Para él, el árbol verde en el invierno era como la fe en Cristo, se mantiene fresca incluso en tiempos difíciles, viva en tiempos de sufrimiento. Las candelas encendidas recordaban la estrella que guío a los magos en el camino hacia Jesús.
No he sabido de ningún cristiano que ponga un árbol en su casa para rendirle oraciones y adoración, y si hay alguno que lo hace debe dejar de poner árbol de navidad en su casa; es en este punto que los que tienen el argumento de que no lo introducen en su casa porque no tiene orígenes bíblicos deben considerar que, se debería aplicar el mismo argumento para un sin fin de cosas que sí han introducido: una televisión o un celular, que se pasan encendidos durante todo el año, y que sí es comprobable que pueden quitar la santidad y por ende la comunión, a los cuales dedican incluso más tiempo que el apartado para el Señor. Cualquier cosa puede llevarnos por caminos paganos si así se lo permitimos, por eso un árbol de navidad no mejorará la doctrina sana ni le restará comunión a un verdadero cristiano cuya confianza y prioridad es Cristo mismo.