La bonita navidad que no quiero

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Por ser una época de tradiciones, déjenme ser tradicionalista al decir lo que ya todos saben: la navidad no se trata de regalos, comida y villancicos (aunque adictivos y muy necesarios). Los creyentes debemos forzarnos a entender la navidad de formas más profundas y substanciales; esto me hubiese gustado entenderlo cuando de niño recibí una lampara nueva que tenía estropeado el botón de encendido, sin embargo el problema no era el botón sino la lampara completa ¿qué niño quiere una lampara para navidad?

De todos modos, estas vísperas deben traernos a la cabeza otras cosas, tomemos en cuenta solo una mínima parte de la historia que conocemos de la navidad original.

Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

Lucas 1:26-27

La navidad trata de:

Gracia

La historia no comienza en la gran Roma, ni siquiera en la ciudad más importante de Israel, Jerusalén, sino en un lugar de donde nadie esperaba nada, cuya única distinción era la de ser considerado lo mas corriente: Nazaret; una ciudad que estaba inmortalizada por un despectivo refrán “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” (Jn.1:46).

Tampoco empieza con una emperatriz, alguna noble distinguida o por lo menos con una mujer judía con experiencia; para furia de los católicos diré que esta historia comienza con una joven sin nada especial, sin mérito que la haya hecho merecedora del favor de Dios. Pues ya lo decía un antepasado rey “¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria?” (Sal.8:4,5), ¿quién era María para que Dios la tuviera presente?, a aquel corriente lugar, a aquella inexperta e inmerecedora joven, mandó Dios al ángel con su mensaje.

La navidad tiene que recordarte que no eres nadie, que no eres tan grande como supones, que no hay nada que te distinga más que lo corriente de tu pecado. La navidad trata de la iniciativa de Dios mandando su mensaje a donde no tendría y no se merece. La época debe grabarnos a fuego en el corazón que no merecíamos tal atención y bondad del Señor, pero todavía así vino.

Rendición

María tenía resuelta su vida; lo había planeado todo y ya caminaba sobre una de las máximas cosas que una joven judía podía desear: una vida matrimonial. Además no caminaba con zozobra o temor, sino con la frente en alto; lo había hecho todo bien, no tenía razones de tache ante su sociedad y la cultura, su reputación estaba intacta. Solo restaba que su hombre terminara de trabajar para su futuro juntos y regresara por ella para culminar su desposorio. Solo que Dios llegó antes con su versión de los planes.

Esta nueva versión incluía, entre otras cosas: poner en riesgo su reputación, esa pureza que había logrado; ¿quién creería lo de quedar embarazada por el Espíritu Santo?, a otro niño con ese cuento (1:30-37), esto traía el repudio de la sociedad. También se incluía el peligro de echar a perder su relación tan preciada con José, y en verdad estuvo muy cerca de pasar (ver Mt.1:19,20).

Un misil dirigido a un campo bonito de rosas. El campo bonito de rosas son tus planes y el misil son las decisiones de Dios sobre cómo sucederán las cosas en realidad. Esos planes de bien y no de mal (Jer.29:11) que no son precisamente rosas pero que si tienen espinas afiladas pero beneficiosas que te demuestran que sus pensamientos no son los mismos que los tuyos y que su mapa muchas veces no incluye los caminos que nosotros queremos recorrer (ver Isaías 55:8).

Si estás planeando con minuciosidad cómo sucederán las cosas en tu vida, no olvides dejar el espacio en el calendario para el quebrantamiento y la rendición para que Dios traiga su versión de tu vida. La historia de la navidad te recuerda que los planes de Dios se hacen y que ante nuestros designios él nunca pierde. Que al ver a Dios irrumpir en nuestros planes con su voluntad podemos reaccionar como Jonás, diciendo “mucho me enojo, hasta la muerte” (Jonas 4:9, 10-11) o usando las palabras de María: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Luc.1:38)

Servicio

María protagoniza el inicio de la navidad original; pero no como principal, tampoco exige que se le llame “Santa María, madre de Dios” sino que se rebaja a la posición más nimia, la de una sierva, una esclava obediente para ser utilizada y no para utilizar. No era nadie antes de que llegara el ángel, sigue siendo nadie pero por la gracia de Dios, ahora tiene la oportunidad de ser sierva y ser utilizada. Se destruyeron sus planes y ahora estará en la mira crítica de todos, pero en sus palabras observamos que lo que le importa es ser útil en la voluntad de Dios.

La navidad tiene que hacernos servir, recordar que el fin máximo es su voluntad, que él es y será el importante. No el deseo de ser servido y halagado con presentes, sino el deseo de llegar a ser, por lo menos, siervos inútiles. A como lo veo, es necesario que decore toda mi casa con motivos navideños porque entre más recordatorios tenga de todo lo anterior y lo viva, mejor navidad tendré.

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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