Una aclaración para las peticiones de tu corazón

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El caballito de batalla de muchos jóvenes que no oran pero quieren que esas raras y pequeñas apariciones de sus deseos delante de Dios sean contestadas favorablemente es el Salmo 37:4: “deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”; y por lo general prestando más atención a la segunda parte, la conveniente, aquella que les interesa; casi viendo como un mal necesario a la parte que antecede al nombre “Jehová”. Triste noticia será la de saber que esa es la fundamental.

Lo primero que deben saber es que Dios nunca contestará una oración que viene de un corazón que no esté disponible para hacer lo que su palabra dice, no, no es cualquier corazón al que el Señor concede peticiones. 

Hay que desmenuzar el requisito: deleitarse no es solo cantar una canción o leer forzosamente un versículo mientras el pastor predica: deleitarse es disfrutar la lectura de su palabra, conocerla y practicarla; desear lo que ella quiere para mí y no dejarla ir por ninguna falsa prioridad. En otras palabras, deleitarse significa guardar con todo placer los deseos de Dios. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Jn.15:7). Este es el punto.

Aunque parezca un trabalenguas: las peticiones del corazón que Dios concede son las del corazón que quiere lo que él quiere. Por eso Juan dice: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1Jn.5:14-15)

Puedes tener un millón de peticiones “buenas” (sería ilógico que hubiese una mal intencionada, pero por si las dudas…) y aunque le hayamos dado ese calificativo no significa que son la voluntad de Dios. No tengo duda de que una gran cantidad de peticiones no contestadas provienen de vidas rebeldes a la palabra de Dios, corazones que no buscan enfilarse con la voluntad del Señor porque no se deleitan en lo que él quiere. Sería ridículo que Dios no tuviera filtros para las peticiones de un corazón que es engañoso y perverso (Jeremías 17:9).

El deleite no debe ser fugaz, debe estar a pesar de las tentaciones, aflicciones y persecuciones a causa de tener la palabra como guía (ver Mt.13); tiene que mantenerse firme a pesar de los afanes mundanos y el deseo de riqueza; ¿quién podría tener la palabra como deleite cuando lo único que lo satisface es el dinero u otras cosas materiales? (ver Mt.13:18-23). Esto puede explicar porqué un mar de lágrimas en un concierto de adoración no implica que tendremos nuestras peticiones, en muchos casos solo se trata de melodías hermosas que mueven nuestros sentimientos pero no corrigen nuestra conducta desobediente a su palabra.

¿Tienes una queja contra Dios por una petición no contestada y quieres hacerlo sentir mal por ello? tal vez sea momento de invertir los papeles para darte cuenta que él tiene una queja por una orden no acatada.

Una petición concedida empieza con un corazón que se deleita; el deleite de ese corazón empieza con la lectura consciente de su palabra, esa lectura consciente continúa con obediencia a ella; esa obediencia solo trae como resultado tener los deseos de Dios y cuando pedimos esos deseos tenemos el círculo perfecto de las peticiones contestadas.

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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