Aunque algunos santurrones nos han puesto un sobrenombre amarillista, no pueden negar que sin nosotros los domingos solo habrían dos o tres personas en la iglesia. Somos quienes llenamos las escuelas dominicales y los servicios generales, los que hacemos que los que pasan por la calle vean gentío en las reuniones. Y como las bancas no se pueblan solas, las iglesias deben admitirlo: nos necesitan.
Pero esto de ser un “calientabancas” no es tan sencillo, todo lo contrario: es un arte que se aprende solo con práctica; el aprendiz, sin embargo, no debe preocuparse de los recursos que dispone, lo único que necesita para aprender las técnicas es una iglesia y cualquiera de sus bancas. Por eso, para aquel novato que quiere perfeccionarse en esta antigua labor, he aquí la guía oficial para ser un buen “calientabancas”:
(se han separado las técnicas por áreas para una mayor comprensión)
Tiempo de la alabanza
Sepa de memoria los cantos, pero siempre tenga el himnario en la mano como si todavía lo necesitara, esto ayudará a darle una imagen más piadosa.
Tenga buena entonación, cante fuerte y claro, pero no preste atención al mensaje del canto o himno; prestar atención a alguno de los himnos puede ponerlo en peligro, hasta el punto de hacerlo reaccionar o traer a la mente su vida de pecado. Recuerde que no necesita tanto estrés en su vida y que por tanto no debe manejar más responsabilidades que las que ya tiene en su empleo.
No olvide bostezar aleatoriamente entre estrofas; alterne también la mirada; vea el reloj, a los otros hermanos o el celular, siempre y cuando no deje de cantar cualquier punto de enfoque es adecuado.
Tiempo de ofrenda
Es importante convencerse de que ofrendar le otorga derecho de mandar al pastor, a los ancianos o a los que no ofrendan tanto. Cuando alguien trate de decirle algo negativo dentro o fuera de la iglesia muestre las credenciales de ofrendante mayor y constancias de diezmos, si la situación lo amerita exponga las cantidades, si el patrón se respeta, esto debería darle más voz y privilegios en la iglesia.
Decir la cantidad de sus diezmos también servirá para negarse a apoyar económicamente con unos centavos más a la obra misionera.
Tiempo del mensaje
La atención en la predicación es importante: necesita tomar nota de todos los errores que cometa el pastor, cualquier área es válida; académica o personal; errores de dicción; duración del mensaje, desacuerdos teológicos (aunque usted no lea mucho la biblia, recuerde que sabe más porque sus círculos sociales son más cultos y ha tenido un curso de filosofía, no permita que nadie le diga que no sabe).
En caso de que el pastor llegue a una verdad que usted también comparte haga lo siguiente: si es información impactante que demuestra mucho tiempo de preparación del pastor, dígale al que está sentado al lado cómo usted ya lo sabía por un artículo que leyó o un documental que vio en youtube.
Ahora bien, si se trata de una confrontación que atente incomodar la vida espiritual personal, asigne un destinatario en su mente; diga algo como: “esto debe escucharlo fulano” u “Hoy mengano está recibiendo palo”. Este ejercicio se hace solo, toda persona puede hacerlo por inercia, de hecho, si durante el presente documento ha estado pensando en alguien aparte de usted, ha perfeccionado el ejercicio.
Las dos cosas anteriores son importantes, pero sea perseverante sin importar el tiempo de la predicación; manténgase opinando lo necesario, acotando ideas, hablando en voz baja al de al lado. Si quiere demostrar más piedad un “amen” potente de cuando en cuando bastará, no se olvide de asentir al mismo tiempo que lo exclama.
Si aún no se considera capaz de hacer ninguna de las cosas anteriores, no se altere, empiece con lo básico: siempre puede sacar su celular para ver facebook o responder los pendientes en whatsapp, ver la información del clima, etc…
Situaciones varias en la iglesia:
Cuando alguien (pastor, anciano o hermano santurrón “x”) le pregunte si está teniendo un tiempo devocional con Dios, haga alarde de todo lo que hace durante el día; de cómo se levanta a las seis de la mañana para salir al trabajo o universidad (entre otros) y el cansancio que al final del día carga encima, y de cómo aún con eso trae trabajo pendiente o debe atender a su familia. Justifique la carencia de lectura bíblica y tiempo con Dios.
No obstante, no es bueno tener una imagen de carnal que no lee la biblia, por eso haga un decálogo de versículos conocidos (no se esfuerce mucho) y también haga otro decálogo de frases espirituales, luego convine; solo se necesita un poco de sentido común y algo de práctica para relacionarlos de manera que puedan funcionar y cubrir una mala imagen.
Ambos decálogos también le servirán en los momentos de oración congregacional, se espera de los “calientabancas” que demuestren pasión al orar en voz alta, esto para equipararse a aquellos hombres que sí son conocidos como espirituales y oran a veces de la misma manera. Pero usted solo exclame sus frases espirituales e intercale uno que otro versículo hasta que el tiempo de oración termine.
Estas son pautas para el servicio general, sin embargo el lector y aspirante a “calientabancas” no tendrá dificultad para aplicarlo en reuniones de jóvenes, de mujeres o cualquier actividad eclesiástica si así lo desesa. Sigamos poblando las iglesias.