Venganza

V

A los amantes de buenas películas no les será difícil recordar un clásico de Alexandre Dumas llevado a la pantalla grande: “El Conde de Montecristo”; Edmund Dantes, después de todos esos injustos años como miserable prisionero en el Castillo de If; torturado y flagelado a cada aniversario de su estadía; mientras se aferraba a un grabado en la pared que dice “Dios me hará justicia”, escapa del castillo, entrenado para la batalla y con un mapa que lo hace rico al guiarlo a un tesoro escondido. Está listo para darle su merecido a Danglars, Villefort y Mondego, los responsables de hacerlo pagar por un crimen que no cometió. Está listo para la venganza.

Debo admitir que al ver semejante injusticia yo también deseaba que el joven Dantes se vengara de esos sin vergüenzas. De hecho creo que ese es uno de los grandes atractivos del libro y de la película… porque en cada uno de nosotros existe aunque sea un mínimo deseo de venganza hacía esos que una vez nos hicieron daño, tenemos nuestros propios “Mondego” pero claro: “soy cristiano y esa no es una buena manera de pensar”… aunque en lo más profundo digo “¡me gustaría que no fuese de esa manera!”

Recitamos a la perfección aquel famoso versículo “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Rom. 12.19, Deut. 32.35) aunque tenemos que ser sinceros, a veces no permanecemos tranquilos y, asi como Edmund Dantes, comenzamos a “ayudar” a Dios con eso de la venganza y lo disfrazamos con aquello de “hacer lo que es justo”, pero eso es justicia barata.

Creo que el joven Dantes no estaba muy conforme con Jesús cuando dijo “amad a vuestros enemigos, y orad por los que os persiguen” (Mt.5.44) y “Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.” (Lc. 6:33) y muchas veces nosotros tampoco estamos conformes.

Cuando pienses en “mía es la venganza” debes pensar en lo que realmente significa: que le pertenece a Dios y no a ti, significa que es un Dios justo y que no hay injusticia que pase desapercibida, no se queda de brazos cruzados, pero “mía es la venganza” quiere decir también que si a él le pertenece, él decide dónde, cómo y cuando será; y que se nos quede grabado en la cabeza, ya que es de él, él decide si nos invita a a verla o no (lo más seguro es que no).

Al hacernos saber que él se encargará de la venganza está diciéndonos que soltemos todos los sentimientos que esta incluye, porque todos sabemos cuáles son y qué producen en nosotros; no podemos manejar tales asuntos con el corazón imperfecto de humano. Él quiere que nos enfoquemos en otras cosas, en lo que realmente es importante, por ejemplo, las palabras de Jesús arriba mencionadas; ¿de qué manera podríamos aplicarlas sin soltar los deseos y sentimientos de venganza?; la venganza dulce pero violenta es lo fácil, obedecer lo que Jesús dijo es de fuertes. Ya lo decía un sabio: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” (Prov.16:32)

Así que la próxima vez que quieras vengarte, tal vez puedas aprobar lo que el joven Dantes no, recordando esa frase al final de la película que dice: “Dios me hará justicia”, no yo.

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Acerca del autor

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

por Lester H. Delgado

Lester H. Delgado

Esposo, papá y pastor.
6 años de estudio formal en teología, 3 de estudio formal en escritura creativa y una vida tomando café... también formalmente.

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