Apoyar a un misionero o un pastor que predica la palabra puede parecer fácil; porque “solamente es ofrendar para que haga el trabajo” que yo no puedo o que… tal vez no tenga la valentía para hacer. Apoyar a un obrero que está obedeciendo la gran comisión es algo más grande que nada más tener una billetera gorda y sacar un billete y elegir al misionero tal como si se estuviera frente a una maquina expendedora de gaseosas, es más que eso; y de hecho… no es para cualquiera.
Y Acab llamó a Abdías su mayordomo. Abdías era en gran manera temeroso de Jehová.
1 Reyes 18:3-4
Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua.
Esta pequeña referencia del mayordomo Abdías es una joya porque describe de manera cruda el sufrimiento del siervo de Dios en un sistema que está en contra; pero no me adelanto a ello todavía porque tengo que explicar porqué apoyar a los siervos no es para cualquiera: mira a Abdías, la cualidad principal no era “ayudaba a los profetas” sino “Era en gran manera temeroso de Jehová” (v.3); ya dice el buen Proverbio 1:7 que la sabiduría empieza cuando se teme a Jehová, por tanto podemos decir que Abdías era muy sabio; ayudar a los profetas de Dios no era solo una gana personal, más bien una necesidad impuesta por el temor que tenía hacía el Dios de aquellos profetas.
Por tanto no se trata de poseer muchos recursos económicos (porque ¿qué podría tener un mayordomo en tiempos de hambre como los que atravesaban en el relato?), en realidad se trata de temer a Dios; y temerosos de Dios hay pocos.
Estos cien profetas estaban en una situación demasiado peligrosa; según el sistema establecido; eran merecedores de la muerte solo por ser los auténticos enviados de Dios con palabras que nadie quería oír. En un mundo en el que nadie quiere oír las palabras del Dios verdadero ¿quién está de lado de aquellos que lo representan?, ¿quién es lo suficiente sabio para ayudarlos?; es definitivo, solo los que temen en gran manera a Dios; puesto que solo estos son capaces de dejar de temer al mundo y sus reglas y apoyar eso que es capaz de destruir el sistema.
Abdías estratégicamente ofreció protección de cincuenta en cincuenta a los profetas; demostrando de esta manera su deseo de que los auténticos enviados por Dios permanecieran a salvo para que el sistema diabólico siguiera destruyéndose; entendió que podía ser el instrumento del Señor para ayudar a preservar sus vidas; de la misma manera podemos ocultar en las cuevas de nuestra oración a los misioneros y pastores de Dios para que el sistema diabólico de la sociedad siga destruyéndose, estamos cuidando sus vidas.
Ofreciéndoles agua y pan demuestra su interés de ser provisión para sus necesidades básicas; si no era él ¿quién?; el temor al Dios de los siervos nos hace estar pendientes, alertas a las necesidades que sus enviados tengan y si en la providencia divina tenemos para satisfacerlas no debemos detenernos en ningún momento.
De hecho, el mismo nombre Abdías quiere decir “Siervo del Señor”, significado que encaja de forma perfecta, nuestra ayuda a sus siervos nos convierte a nosotros en eso mismo; somos parte de la obra presente o futura de los enviados; quizá en secreto, tal vez sin nombre; pero seremos siervos en el anonimato que fortalece el exterminio del conocido sistema sin Dios de la sociedad… solo se necesita temer a Dios en gran manera.