Viral: El término que invocaba imágenes de narices goteantes y el desesperante sonido de congestión nasal, que advertía aquel depresivo y creciente dolor de cuerpo que invitaba a la gripe o la fiebre a amanecer en nuestra almohada con una maleta que decía “Me quedaré una semana”, ahora ha dejado el asiento de virus indeseable, infeccioso o contagioso, y gracias a los celulares, computadoras y millones de pulgares e indices que pulsan el botón “compartir” ocupa un puesto más prestigioso.
Lo atractivo, deseado, con sello de importante, es lo que ahora la palabra anuncia, siempre acompañada de la frase “se hizo viral”; por este fenómeno podemos saber del galán con el que sale ahora la cantante de pop, el vergonzoso abrigo con el que se le vio al actor del momento, la caída de la abuela de un muchacho en El Congo o las relevantes pancartas de protesta contra las personas que usan sandalias blancas. Todos los días participamos en el efecto viral enviando y recibiendo “noticias” de último minuto por whatsapp, facebook o cualquier medio virtual conocido. Información que se convierte en el pasaporte para la vida social relevante y la licencia para participar en las conversaciones que son tendencia, porque es asunto de pena y vergüenza no saber sobre el hashtag de última hora.
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23)
Pero alejándome de las filas de los fariseos y queriendo ocupar las de los observadores avispados (en cuanto a vida cristiana se refiere), creo que hay unos cuantos peligros en los contenidos virales que a diario colonizan nuestras redes sociales y que tanto consumimos (por voluntad propia o por accidente):
1. No todo lo que se hace viral es importante, conveniente o necesario
¿Cuánto ha cambiado nuestra vida después de conocer el video del baile del momento?; hay que reconocerlo, nuestra existencia no cambió después de treinta segundos viendo a un desconocido bajarse del auto para hacer un baile mientras este sigue su marcha. El challenge que está en tendencia en un mes ya será ridículo y nosotros dedicando tiempo, incluso dinero, en realizarlo, ¿porqué? porque no queremos sentirnos marginados del resto en nuestros muros. La recompensa solo serán unos likes que a la larga no servirán en nuestro historial espiritual.
2. Hace de lo superficial algo súper importante
Lo que se hace viral de alguna manera nos hace pensar que es información indispensable para poder continuar el día, algo de suprema importancia con lo que no podemos cometer el delito de ignorar, pero en realidad el contenido solo termina en la bodega de cachivaches en nuestro cerebro. La mayoría de veces lo viral se hace pasar como trascendental pero que no cambia en nada el sentido de nuestra vida espiritual; bien podemos seguir viviendo sin pena y mucho menos gloria al pasarlo por alto. El giro acá es que a pesar de ser información tan vacía le dedicamos horas sentados en el sofá moviendo los dedos para seguir corriendo con ligereza lo que está en la pantalla de nuestros celulares. Pero el mismo dedo hábil y rápido que salta de muro en muro, luego se arrastra pesando una tonelada al darle vuelta a las páginas de la biblia, tarea que solo persevera por diez minutos y que vuelve con amor a la pantalla del celular.
Es necesario recordar que la biblia dice:
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor” (Efesios 5:15-17)
Después disfrazamos nuestra falta de vida devocional con la frase “No tengo mucho tiempo” pero las aplicaciones de Facebook, Instagram y Twitter rebosan de notificaciones, es hora de darnos cuenta que si tenemos estas aplicaciones instaladas es porque tenemos tiempo.
3. La tentación de adecuarme a lo viral existe
Arriba hablé de sentirnos marginados al no hacer lo que el resto en sus redes sociales; el problema no es que algún cristiano quiera cumplir el challenge de empaparse con una cubeta de agua helada ¿qué hay de malo en eso?, muchas cosas virales exigen cosas más severas, cosas que rayan la linea divisoria entre la prudencia y el pecado, mayormente enfocadas en traspasarla. No menciono ejemplos para no favorecer al morbo de la curiosidad.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)
4. Cambia (o quizá solo muestra) los valores personales
No importa que tan gracioso o relevante sea el contenido viral (video, imágen, o meme) en tendencia ¿es algo que me gustaría tener publicado en mi muro de Facebook?, ¿es un video que quiero que la gente mire con mi nombre de perfil en él?, ¿atenta contra mi testimonio cristiano?
Muchos cristianos no consideran que esto sea un factor determinante que influya directamente a su testimonio, es triste ver que han puesto sus valores en juego (o en evidencia) con una imagen subida de tono, un meme grosero o un video vulgar bajo la excusa de que es “divertido”, presentaron sus valores sin darse cuenta.
“!Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20)
5. Los dos sentidos de la palabra “viral” se juntan a veces.
En términos médicos, la palabra viral nos habla de algo que pertenece a un virus, algo que es contagioso e incluso infeccioso, que altera nuestro cuerpo y lo enferma, debilita… estoy convencido que mucho del contenido viral que se comparte en las redes hace exactamente lo mismo con nuestra vida cristiana: es un virus, contagioso e infeccioso, que altera y debilita nuestra santidad práctica y nos tira al suelo enfermos espiritualmente por contenidos basura llenos de pecado.
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.” (2 Corintios 7:1)
Consejos:
- Evalúa tus contactos en las redes y el contenido que publican y que por consiguiente aparece en tu muro.
- No seas consumidor asiduo de contenidos virales, la curiosidad mató al gato.
- Filtra lo que vez en tu muro, no todo es importante, puedes vivir sin la mayoría de cosas que se publican como “importantes”.
- Recuerda que lo que compartes muchas veces refleja quién eres y lo que piensas.